REVISTA DOCTOR GONZO

lunes, 28 de junio de 2010

Michael Jackson: Una epifanía de película


Cuando me encargaron escribir una nota sobre la vida de Michael Jackson para publicarla en septiembre, más de dos meses después de su muerte, pensé que estaba perdido y que mis días en esta revista estaban contados.
Sin duda había muerto una de esas personas que no mueren todos los días y no tenía idea de cómo llevarle algo nuevo a la gente sobre el tema. Pasaron por mi mente todos esos entierros históricos que vi por televisión, como el de Elvis Presley o el de Freedy Mercury.
La diferencia era que yo estaba viendo este funeral en vivo y en directo pero en diferido, por televisión e internet, una y otra vez, repetido y analizado hasta el hartazgo. A cada minuto mi nota perdía actualidad y a cada segundo veía una idea mía en la pantalla.
Escuché sus discos, leí sus declaraciones, miré sus videos y hablé con fanáticos. El problema era que con cada dato que sumaba a la investigación menos sabía qué escribir. Realmente era una carrera larga y complicada para ser retratada en unas páginas y seguía sin develar nada.
Una noche de a mediados de julio, cuando ya casi hacía un mes que había muerto Jackson, me encontré bajo una lluvia torrencial, corriendo por la calle para llegar a un lugar seco. De un momento a otro, sin que me diera cuenta, aparecí en un pasaje de Buenos Aires. Estaba perdido, con frío y confundido. Había poca luz y, lo más raro, no había personas a la vista. Miré para los costados, atrás y adelante y nadie se asomaba. De repente, mientras admiraba mi nuevo sentimiento húmedo y de soledad, apareció de la nada un local que nunca había visto en esa calle. De afuera parecía una vieja tienda de antigüedades con una luz en el frente. No dudé en entrar, ya que los cordones empezaban a inundarse y yo ni siquiera tenía medias.
Cuando entré, la puerta hizo el típico ruido de campanitas para llamar al encargado. Adentro estaba un poco oscuro y todo era de un color sepia con olor a viejo. El que atendía era aún más anciano, tenía barba larga y fumaba un pipa re loca que no puedo describir porque ya me olvidé cómo era. Llevaba puesto una especie de bata o túnica oriental de color verde oscuro. Me preguntó qué necesitaba y le conté que quería secarme un poco para no contraer gripe porcina y morirme. Pensé que con eso se iba a solidarizar; pero no. Me dijo que no sabía nada de esa gripe ni de nada que publicaran los medios, que hace tiempo que ya era un anticuario ermitaño y que no quería saber demasiado del mundo real. Sentí algo de envidia. El anfitrión ofreció un té de no se qué de no se dónde que acepté con mucho gusto y agradecimiento, total, a esa altura ya me sentía confortable y la calle ya estaba inundada del todo. El viejo insistió en que me quedara hasta que parara la tormenta, así que le conté un poco en qué trabajaba y sobre la investigación que estaba llevando a cabo.
Por supuesto él no sabía quién era Michael Jackson o por lo menos no lo recordaba. Le conté los datos básicos: mejor bailarín del mundo, cantante y compositor extraordinario, tenía una banda con sus hermanos...

-Ah!!! Dijo el viejo, “El morocho de Thriller...”

Tras escuchar atentamente un poco de lo que había averiguado durante los últimos días, ató cabos y recordó un paquete que tenía en el fondo de la casa. Era una película envuelta en un papel madera cubierto de polvo y atada con un cordón. Dentro, como traída de un futuro cercano, había una especie de trilogía toda en una, estilo Star Wars, de la vida de Miguelito. Era un documental extenso y lleno de imágenes de archivo. Leí la parte de atrás de la caja, donde está la sinopsis, y decía algo así como “esta película narra la vida de Michael desde niño, hasta el día que alcanzó la eternidad”.
Gran título pensé, sobre todo si se trata de alguien que ya no se puede morir. Lo curioso era que estaba grabada en un formato posterior al VHS, llamado Láser Disc: un DVD con tamaño de vinilo que no tuvo mucho éxito comercial en ningún lugar.
Le comenté al viejo que yo no tenía el reproductor apropiado para ver esa película y me dijo que él si y que la quería ver conmigo así conocía quién era este personaje tan raro que tanto admiraban en el mundo.


La película

Vimos con el viejo las dos primeras partes de corrido e hicimos un intermedio para tomar más te raro y fumar de la pipa loca antes de ver el final. A esa altura iban unas cinco horas de proyección y faltaban dos. Yo tenía la espalda tiesa de estar sentado en un banquito incómodo. Mientras tomábamos el té, nos pusimos a discutir sobre todo este increíble asunto. El anticuario, preso de absorber tanta información en poco tiempo, no pudo evitar sentirse estafado. Insistía en que todo eso era imposible. Afirmaba que ningún niño puede tener tal carrera a esa edad. Yo le expliqué que era algo de nacimiento, un don, que el niño poseía oído absoluto y que bailaba con un swing extremo casi sin proponérselo y por obra divina. Siguió pensando que era ciencia ficción y que de ser cierto no entendía cómo un grupo de chicos podían ser explotados de esa manera, frente a todo el mundo, sin que nadie diga nada y sin reparar en las consecuencias.
Y sí, Joseph Jackson, padre de la criatura, operario y músico aficionado, formó con sus hijos un grupo apto todo público para alejarlos de la calle, las drogas y la delincuencia; y de paso ganar algún manguito por tocar en ferias, festivales y competencias de barrio. Supongo que nunca pensó que todo le saldría tan bien y mucho menos que Michael tendría secuelas mentales de por vida.
Resultó llamativo ver al pequeño Michael en la película, todo un profesional del sello Motown, compañía cuyos artistas lideraban por esos días las listas de música negra digerible para blancos. Logró grabar cuatro discos en 11 meses para llenar las ansias de súper estabilidad financiera de su padre y Berry Gordy, dueño del sello discográfico.

Por ese entonces, la Motown ejercía un control total- artístico y financiero- sobre sus figuras y los pequeños Jackson recibían un mínimo porcentaje de regalías. Michael gastaba su dinero en golosinas que regalaba a los amiguitos del barrio, no iba más al colegio y tenía unos 6 discos de oro, todo a la tierna edad de 11 años.
Pero la curiosidad del abuelo jipón iba más allá ¿Cuál era la verdadera realidad de Jako? Crecer entre la maquinaria sin frenar, rebotando entre discos y giras, cubierto de ropa psicodélica, afros y estadios llenos. Vivir como parte de la familia Brady negra e incluso transformarse en dibujo animado. Todo era posible.
Michael llegó a jugar en primera casi al tiempo que comenzó a pensar. Conquistó al mundo del entretenimiento y tuvo una carrera de 45 años en 50 de de vida. Comenzó la banda de sonido de muchas personas durante esta vorágine, donde se cruzó con el productor Quincy Jones, el complemento perfecto para su música.
Juntos lanzaron Off the Wall (1979), el primero de una larga lista de grandes impactos en la historia del siglo XX. Con este disco se confirmó lo que tantos esperaban: el niño prodigio no quedó en el recuerdo de los nostálgicos ni se volvió un alcohólico, como a tantas estrellas precoses les pasó.
Muy lejos de quedar en el tiempo, el 1º de diciembre de 1982 lanzó el álbum Thriller mientras seguía trabajando en el grupo con sus hermanos. Durante el año 83 Jackson lanzó 5 sencillos de la placa y el disco había vendido unas 10 millones de copias. Cada promoción fue potenciando la venta del mismo, sobre todo cuando Michael bailó en el 25º aniversario de la Motown, donde cincuenta millones de televidentes conocieron su clásico moonwalk. Todo parecía concluido en esta etapa, pero había una sorpresa: el lanzamiento el 1º de diciembre de 1983 del video del tema que le da nombre al álbum, Thriller, ese súper cortometraje de 14 minutos con muertos vivos narrado por Vincent Price. Gran jugada... 42 millones de copias más...el disco más vendido de la historia...
Las familias norteamericanas compraron este disco durante años. En vinilo, en cassette, en cd y en cuanto formato apareciera y, de ser necesario, compraban una nueva copia luego de que la original se gastara o se rayara por el continuado uso hogareño.

Surgieron más preguntas de parte del anticuario. Tenía incógnitas alrededor del color de la piel de ya saben quién. No entendía cómo la humanidad entera vio cambiar de color a una persona para criticarla duramente por nada. Aún hoy están los que sentencian que Michael traicionó a su raza, cosa que no es verdad. La raza negra nunca le reclamó su cambio de color y reconocen que gracias a Michael pudieron mostrarle al mundo su talento para la música y se lo agradecen. Sin embargo, voy a tener que hacer uso de mis facultades como doctor para arrojar luz sobre el tema. Según la versión más realista, Michael sufría de vitiligo, una enfermedad degenerativa de la piel por la que tuvo que someterse a procedimientos para emparejar su color, ya que la decoloración de la enfermedad superó la mitad de su cuerpo. Estos tratamientos incluían cremas que mataban las células que le dan pigmentación oscura a la piel. Debido a su extrema exposición durante los 80, se resguardó su imagen cubriendo las manchas con maquillaje oscuro y luego se optó por utilizar el procedimiento inverso, cubriendo su piel oscura con maquillaje claro. Por esta razón el cambio de tonalidad de su piel fue repentino a los ojos del mundo. Suena lógico al tomar en cuenta que Michael tuvo una crisis en su infancia porque le había salido acné. Lamentablemente no fue la mejor decisión, ya que con el tiempo su piel se tornó gris. Lo que veíamos por la tele, ese Michael pálido, era producto del maquillaje y las luces extremadamente blancas que lo iluminaban continuamente. Si bien el vitiligo es de carácter hereditario, no se descarta que pueda ser producida por la tensión nerviosa.
El viejo entendió, pero no pudo evitar hacer una pregunta más: “¿por qué Michael era tan diferente físicamente a su familia? Eso no pudo haberse modificado con operaciones: era delgado y de tórax pequeño, diferente a sus anchos hermanos.” No encontré respuesta lógica. A menos que no sea hijo de su padre.

Ya durante la última parte, continuamos con la discusión mientras mirábamos la película. Vimos a Michael decidido a conquistar y salvar al mundo, dispuesto a afrontar sus consecuencias sin saber que recibiría más de un golpe en el camino por culpa del personaje en el que se había convertido. El superhéroe se volvió una solitaria y confusa victima de los tabloides, perseguido por su historia y acusado por mucha gente que intentó aprovecharse de él. Nadie entendía la vida incoherente de una persona que fue criada por la incoherencia misma. Durante los 90, gran parte de su obra no fue tomada en cuenta por cierta prensa que priorizaba saber cuántas operaciones tenía en su rostro.


Luego de Bad (1987), disco del cual salieron nueve singles de los diez temas que traía, vino Dangerous (1991), considerado por muchos de sus admiradores como su obra maestra. En la tapa del álbum aparecen simbolismos plasmados por Michael donde se ve su amor por la literatura, la historia y las pinturas clásicas. Pueden ver a Michael de pequeño, a Macaulay Culkin, el esqueleto del hombre elefante... todo está ahí: su infancia, sus amistades, sus mitos, sus pasiones y sus ojos. Es la primera tapa en la que no aparece su cara o su cuerpo. Con este álbum lanzó una de las giras más ambiciosas de la época. Entregó todo lo que tenía, obligado por su talento, su ego y su leyenda. No quería llorar de nuevo por no vender 100 millones de copias o por perder un Grammy.
De todas maneras, un gran sector de la crítica le daba la espalda porque ya no se paseaba con un mono y no dormía más en cámaras de oxigeno. Lo parodiaban por extravagante o por reservado. Tildaron a History (1995) de pretencioso, a Blood on the Dance Floor (1997) de indiferente y a Invincible (2001) de mediocre.

¿Y si realmente había pasado su esplendor artístico? ¿Qué tenía de malo si no volvía a hacer ningún disco más a la altura de su historia? ¿Le debía algo a su público?

En su cortometraje de 40 minutos, Ghost (1997), actúa y baila interpretando a varios personajes. La trama gira en torno a coreografías con fantasmas en una mansión abandonada de la cual lo quieren echar porque asusta a los niños, a pesar que no es cierto. ¿Mensaje? En este Thriller recargado Michael estrella en el final su cara contra el piso y levanta la mirada con la mitad del rostro hecho polvo mientras se va volviendo un descarado literal. ¿Mensaje? Su manera de comunicarse con el mundo era por medio del arte.
Jackson celebró su trigésimo aniversario con la música - tomando en cuenta el lanzamiento de su primer sencillo solista en 1971 – durante dos noches en el Madison Scuare Garden, el 7 y el 10 de septiembre de 2001. Michael fue menos productivo durante el resto de la década, luego de esa extraordinaria noche, donde volvió a cantar con sus hermanos y fue homenajeado por decenas de sus amigos y colegas.

El final de la película fue lo más relevante. Vimos lo que sucederá el próximo 28 de octubre cuando estrenen mundialmente This is it, el documental póstumo de la gira que nunca pudo ser. Entre el llanto y la emoción de los admiradores, renacerá la sensación de que Michael pudo haber dado más cuando en realidad dio todo. Esa magia que de manera inevitable condimenta una obra luego de fallecer el artista, se ve multiplicada en las ganas de Michael de mostrarle al mundo que, realmente, todavía no habían visto nada. El hombre que tiene el record de tener mayor número de récords vuelve a batir su propia marca. La leyenda alcanza la eternidad del icono Pop. El Rey del Pop y todo lo que eso significa: ser todo lo que es y debería ser una estrella pop. Un artista que llegue de igual manera a niños y adultos con buena música que no lastime los oídos de nadie. Que demuestre su compromiso, su esencia, su profesión y, sobre todo, su talento.
Gracias a esta premisa es que muchos artistas populares son buenos en estos días de dudosa calidad musical, porque todos tienen algo de Michael, porque Michael fue todos, blanco, negro, hombre, mujer, dibujo animado, publicidad, píxel, robot, actor, director, escritor, compositor, bailarín, productor, padre, hijo, benefactor, personaje, símbolo... todo menos persona, porque nunca pudo serlo.

Durante estas escenas fue que me quedé dormido para luego despertar en mi cama. Me preguntaba si todo no había sido un sueño revelador, una epifanía producida por el stress de la nota y la investigación que estalló por tanto ansiolítico consumido.
Fui a la calle donde recordaba que estaba el local y me encontré con una casa que vende camisetas de fútbol. No me sorprendió. Sin embargo, dos imágenes renovaban mi inquietud. La primera era que el viejo era muy parecido al anciano de la película Gremlins... la segunda, la que rondaba mi cabeza continuamente y que me llevó a escribir esta historia, sentir la energía de Miguel en el aire, esa que liberó cuando murió y que le da la vuelta al mundo sin parar. Esa sensación de haber visto enloquecer a dos personas diferentes que convivían en un solo cuerpo.

Michael Jackson era una persona arriba del escenario y otra completamente diferente abajo. Esta esquizofrenia artística proyectaba un Michael en el cuerpo de un adulto medio elfo, una especie de duende de bosque amigo de los niños que derrochaba alegría y amistad a cambio de amor, un Peter Pan moderno que soñaba con salvar al mundo sin lanzar un golpe o ni siquiera un insulto a sus enemigos. Sin embargo, gracias al poder de la música y la danza, Michael se salió del muro para volverse un ser espeluznante, malo, y peligroso que hizo historia al derramar sangre en la pista de baile hasta volverse invencible.

Dr. Bersington
Septiembre de 2009

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